Por Marcos Cantera Carlomagno,
doctor en Historia y escritor
El último enfrentamiento armado en la Franja de Gaza actualiza varios problemas fundamentales para la democracia. ¿Qué debe hacer un estado democrático para proteger a sus ciudadanos de constantes ataques terroristas? ¿Cómo debe actuar un estado democrático cuando una serie de dictaduras (Irán, Siria, Libia) junto con una larga cadena de bandas terroristas (Al Qaeda, Hermanos musulmanes, Hezbollah, Hamas) tienen como objetivo explícito eliminarlo del mapa? ¿Cómo deben actuar las otras democracias frente a esto? ¿Cuál debe ser la actitud de la opinión pública occidental frente al atropello totalitarista? ¿Cómo se hace para que las masas fanatizadas entiendan que no habrá un Estado palestino mientras sigan persiguiendo la eliminación de Israel?
Lo sucedido en Gaza permite sacar algunas conclusiones. Por un lado ha quedado al desnudo una vez más la irresponsabilidad y el infantilismo de una opinión pública que no está dispuesta a admitir la más mínima limitación de sus propias libertades y derechos pero que apoya, o ve con simpatía, el accionar de grupos fundamentalistas (los mismos grupos fundamentalistas, recordemos, que allí donde tienen el poder –Irán, Afanistán, Siria, Libia, etc.- no toleran el más mínimo espacio para dichas libertades y derechos).
Por el otro, hay que resaltar el hecho de que mientras la opinión pública occidental demostraba una catastrófica confusión mental, la organización Palestina más importante (Al Fatal) y la mayoría de los países árabes no movieron un dedo por Hamas durante todo el conflicto militar. Ni siquiera Irán, gran cuco antijudío, hizo algo para ayudar a su brazo armado en Gaza.
El retiro de las tropas israelíes dejó a luz una resaca en donde aparecieron cadáveres de miembros y simpatizantes de Al Fatal y otros grupos palestinos, asesinados por Hamas en un práctico ajuste de cuentas. De igual manera, muchos hospitales con nombre y apellido desmienten la cantidad de heridos recibidos durante los bombardeos; muchos vecinos denuncian ante los observadores de las NacionesUnidas el uso de la población civil como escudo por parte de Hamas, la instalación de arsenales en casas privadas y edificios de las Naciones Unidas, etc.
¿Dónde están los 1500 muertos que anunció Hamas? ¿Quién se responsabiliza ahora por haber difundido y defendido cifras de muertos y heridos claramente infladas?
Todo esto lleva directamente a una molesta pregunta: ¿cuánto hay de “solidaridad” con los palestinos por parte de esa opinión pública emocionalmente movilizada y cuánto hay de antisemitismo duro y puro?
¿Hasta dónde nos conmueve la situación de los musulmanes bombardeados y dónde comienza nuestro histórico desprecio por el judío?
Inquieta bastante que esos corazones tan afligidos por el sufrimiento de los civiles palestinos no hayan derramado media lágrima colectiva cuando Hamas y Al Fatal hace un año pelearon una sangrienta guerra civil con cientos de víctimas civiles.
Inquieta que la misma opinión pública que se enfurece cuando Israel mata musulmanes no se alteró en lo más mínimo cuando los serbios masacraron muchos más musulmanes en Bosnia.
Inquieta bastante que a la misma opinión pública que se le pararon los pelos de punto por el horror de la intervención israelí en Gaza, ni se le arquearon las cejas cuando Rusia, hace unos pocos meses, invadió un país vecino (Georgia), matando a una buena cantidad de civiles.
Inquieta bastante que se lloren las víctimas de los misiles israelíes pero no se lloren las víctimas de los misiles palestinos.
Acá, evidentemente, hay un problema de lágrimas flechadas que es menester estudiar.
Me recuerdan, estas contradicciones, cuando se manifestaba contra Estados Unidos por la guerra de Vietnam pero no se manifestaba contra la Unión Soviética por la guerra de Afganistán.
Me recuerdan cuando se protestaba contra la intromisión militar de Estados Unidos en otros países pero se hacía la vista gorda cuando los tanques soviéticos invadían Hungría y Checoslovaquia.
Me recuerdan cuando se condenaba a Hitler por el genocidio de millones de personas pero no se condenaba a Stalin por un genocidio más grande aún.
Me recuerdan cuando quienes salen a la calle a protestar contra la falta de libertades en América, aplauden el sistema totalitario en Cuba.
¿Por qué es terminantemente necesario que en Uruguay defendamos la libertad de entrar y salir, cambiar de trabajo, elegir profesión, criticar al gobierno, tener acceso a las ofertas del mercado, pintar la casa del color que se nos antoje y opinar lo que se nos cante sobre cualquier tema imaginable y no es necesario que ese mismo sagrado principio rija en otras partes?
¿Por qué es terminantemente necesario que acá haya elecciones libres y no causa enojo que en Cuba el mismo pirulo lleve 50 años atornillado al poder?
Contradicciones imposibles de entender.
Por eso, por todo eso y por mucho más que es como eso y que va en esa misma dirección, me gustaría agregar una pregunta a mi serie de preguntas iniciales: cómo debe hacer un estado democrático para defenderse de una opinión pública que se autoproclama democrática y no lo es?
El último enfrentamiento armado en la Franja de Gaza actualiza varios problemas fundamentales para la democracia. ¿Qué debe hacer un estado democrático para proteger a sus ciudadanos de constantes ataques terroristas? ¿Cómo debe actuar un estado democrático cuando una serie de dictaduras (Irán, Siria, Libia) junto con una larga cadena de bandas terroristas (Al Qaeda, Hermanos musulmanes, Hezbollah, Hamas) tienen como objetivo explícito eliminarlo del mapa? ¿Cómo deben actuar las otras democracias frente a esto? ¿Cuál debe ser la actitud de la opinión pública occidental frente al atropello totalitarista? ¿Cómo se hace para que las masas fanatizadas entiendan que no habrá un Estado palestino mientras sigan persiguiendo la eliminación de Israel?
Lo sucedido en Gaza permite sacar algunas conclusiones. Por un lado ha quedado al desnudo una vez más la irresponsabilidad y el infantilismo de una opinión pública que no está dispuesta a admitir la más mínima limitación de sus propias libertades y derechos pero que apoya, o ve con simpatía, el accionar de grupos fundamentalistas (los mismos grupos fundamentalistas, recordemos, que allí donde tienen el poder –Irán, Afanistán, Siria, Libia, etc.- no toleran el más mínimo espacio para dichas libertades y derechos).
Por el otro, hay que resaltar el hecho de que mientras la opinión pública occidental demostraba una catastrófica confusión mental, la organización Palestina más importante (Al Fatal) y la mayoría de los países árabes no movieron un dedo por Hamas durante todo el conflicto militar. Ni siquiera Irán, gran cuco antijudío, hizo algo para ayudar a su brazo armado en Gaza.
El retiro de las tropas israelíes dejó a luz una resaca en donde aparecieron cadáveres de miembros y simpatizantes de Al Fatal y otros grupos palestinos, asesinados por Hamas en un práctico ajuste de cuentas. De igual manera, muchos hospitales con nombre y apellido desmienten la cantidad de heridos recibidos durante los bombardeos; muchos vecinos denuncian ante los observadores de las NacionesUnidas el uso de la población civil como escudo por parte de Hamas, la instalación de arsenales en casas privadas y edificios de las Naciones Unidas, etc.
¿Dónde están los 1500 muertos que anunció Hamas? ¿Quién se responsabiliza ahora por haber difundido y defendido cifras de muertos y heridos claramente infladas?
Todo esto lleva directamente a una molesta pregunta: ¿cuánto hay de “solidaridad” con los palestinos por parte de esa opinión pública emocionalmente movilizada y cuánto hay de antisemitismo duro y puro?
¿Hasta dónde nos conmueve la situación de los musulmanes bombardeados y dónde comienza nuestro histórico desprecio por el judío?
Inquieta bastante que esos corazones tan afligidos por el sufrimiento de los civiles palestinos no hayan derramado media lágrima colectiva cuando Hamas y Al Fatal hace un año pelearon una sangrienta guerra civil con cientos de víctimas civiles.
Inquieta que la misma opinión pública que se enfurece cuando Israel mata musulmanes no se alteró en lo más mínimo cuando los serbios masacraron muchos más musulmanes en Bosnia.
Inquieta bastante que a la misma opinión pública que se le pararon los pelos de punto por el horror de la intervención israelí en Gaza, ni se le arquearon las cejas cuando Rusia, hace unos pocos meses, invadió un país vecino (Georgia), matando a una buena cantidad de civiles.
Inquieta bastante que se lloren las víctimas de los misiles israelíes pero no se lloren las víctimas de los misiles palestinos.
Acá, evidentemente, hay un problema de lágrimas flechadas que es menester estudiar.
Me recuerdan, estas contradicciones, cuando se manifestaba contra Estados Unidos por la guerra de Vietnam pero no se manifestaba contra la Unión Soviética por la guerra de Afganistán.
Me recuerdan cuando se protestaba contra la intromisión militar de Estados Unidos en otros países pero se hacía la vista gorda cuando los tanques soviéticos invadían Hungría y Checoslovaquia.
Me recuerdan cuando se condenaba a Hitler por el genocidio de millones de personas pero no se condenaba a Stalin por un genocidio más grande aún.
Me recuerdan cuando quienes salen a la calle a protestar contra la falta de libertades en América, aplauden el sistema totalitario en Cuba.
¿Por qué es terminantemente necesario que en Uruguay defendamos la libertad de entrar y salir, cambiar de trabajo, elegir profesión, criticar al gobierno, tener acceso a las ofertas del mercado, pintar la casa del color que se nos antoje y opinar lo que se nos cante sobre cualquier tema imaginable y no es necesario que ese mismo sagrado principio rija en otras partes?
¿Por qué es terminantemente necesario que acá haya elecciones libres y no causa enojo que en Cuba el mismo pirulo lleve 50 años atornillado al poder?
Contradicciones imposibles de entender.
Por eso, por todo eso y por mucho más que es como eso y que va en esa misma dirección, me gustaría agregar una pregunta a mi serie de preguntas iniciales: cómo debe hacer un estado democrático para defenderse de una opinión pública que se autoproclama democrática y no lo es?